Nacho de Vega

NLP Bussiness Coach por ICC y Experto en Marketing Digital por la UNIR.

Se ha formado con los más grandes exponentes nacionales e internacionales (Fernando Maciá, Dan Sullivan, Tony Robbins, Chris Ducker, Alex Hormozi...)

Desde el principio, tuve que aprender a nadar en aguas profundas.

La vida, lejos de ser un mar en calma, parecía más bien una tormenta continua. En mi infancia, las risas ajenas no siempre fueron de alegría; a menudo se dirigían como dagas, convirtiendo cada día en una batalla silenciosa.

Lo que hoy llamamos bullying, entonces no tenía nombre, pero dolía igual.

A pesar de ello, había algo en mí, un brillo escondido que no se apagaba, incluso cuando parecía que el mundo quería hacerlo.

Y luego llegó la edad adulta, donde los golpes ya no eran de palabras, sino de la propia vida.

Tres infartos me llevaron al borde del abismo, como si el universo quisiera probar cuánto podía resistir.

Y resistí.

Porque en cada experiencia límite, en cada noche pensando si habría un mañana, fuí descubriendo algo que no todos llegan a entender: la fuerza no viene de evitar las caídas, sino de aprender a levantarse después de cada una.

Ese aprendizaje me convirtió en lo que soy hoy: un emprendedor audaz, un consultor que entiende no solo los números, sino también a las personas, y un coach que no predica desde los libros, sino desde la vida.

Mi trabajo no es solo profesional; es personal. Cada cliente siente que no están contratando a alguien que solo “sabe”, sino a alguien que entiende. Porque  he estado allí, en las trincheras del fracaso, el miedo y la superación.

La gente que me conoce me describe con palabras grandes: ganador, luchador, mentor, amigo.

Pero sonrío y no me las tomo demasiado en serio.

Prefiero enfocarme en lo que puedo dar, en cómo puedo marcar una diferencia real.

Ya sea en una reunión, en un proyecto o en un café improvisado, su presencia inspira, no porque pretenda ser perfecto, sino porque es real.

Y en un mundo que a menudo se esconde tras máscaras, él se ha ganado el respeto siendo simplemente humano.

Hoy, cuando habla con alguien, su historia no necesita palabras; se siente en su forma de mirar, de escuchar, de comprometerse.

Es un recordatorio viviente de que no importa cuán oscuro sea el camino, siempre hay una forma de convertir las cicatrices en mapas que guían hacia algo mejor.

Es un ejemplo de que las batallas más duras nos preparan para victorias que trascienden lo personal.

Y, sobre todo, es una prueba de que, a veces, los corazones más grandes son los que más han tenido que luchar por seguir latiendo.

Pedro Tierno-DB Shenker

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